En Madrid no tenemos playa, pero en cinco horas con el coche podemos llegar a más de un punto costero donde poder bucear, lo que para los que vivimos en el interior, en principio, nos resulta impensable. El alquiler del equipo completo en un centro de buceo de la costa de Alicante, por ejemplo, ronda los 60 euros por inmersión.
Este deporte proporciona un nuevo ambiente, el submarino, y multitud de conocimientos nuevos para los apasionados en probar cosas nuevas. Lo normal es la práctica primera en piscina, donde se obtiene el título básico de buzo. Sin embargo, es posible una primera experiencia en el mar, el bautismo, donde un instructor acompaña al inexperto en todo momento. Según la Asociación de Clubes Canadienses de Buceo (ACUC), tan sólo una de cada 4.000 inmersiones acaba en accidente, es decir, un 0,04%, lo que demuestra que es un deporte más seguro de lo que en principio pueda parecer.
El senderismo, alpinismo o montañismo, en sus muy diversas vertientes, ofrece también una gran fuente de evasión de la rutina. A nivel aficionado o para los profesionales, hay multitud de montes cercanos y montañas más complicadas, para practicar la escalada.
El ambiente natural, el aire fresco y la estancia en alguna casa rural de la zona revitalizan y permiten descansar y además practicar un deporte de forma simple o más compleja para los experimentados.
El esquí es otro de los deportes que se practican y quizá de los tres propuestos el que más cercano nos resulte. La sierra madrileña ofrece pistas de toda clase, aunque el tiempo es un factor importante para poder desarrollarlo. En todo caso, los Pirineos permiten más variedad y es el lugar donde los más aficionados al esquí acuden cada año.
Propuestas de este tipo permiten desconectar y evadirse. El deporte aporta diversión y salud. Además, para los poco atrevidos, siempre habrá algún lugar cercano que poder visitar más tranquilamente y conocer su parte cultural.