Para un viaje, las prisas de última hora no son aliadas, todo lo contrario, consiguen que nos pongamos nerviosos y que el descontrol se apodere de nosotros. Hay personas que consiguen grandes éxitos sin organizar sus ideas, pero no es lo recomendable.
Lo primero es la fecha. Todo depende de cuándo dispongamos de tiempo para viajar y de cuántos días. Si el período vacacional es largo, puede dividirse en distintos destinos, y el importe económico varía según la época del año en la que podamos viajar.
El dinero es el segundo factor a analizar. La capacidad económica limita las posibilidades, la distancia y la duración del viaje. Es importante evitarse sorpresas que puedan provocar una cancelación, que a menudo supone la pérdida del importe. Muchas agencias y destinos establecen ofertas si el viaje se reserva con bastante tiempo de antelación, por lo que la planificación vuelve a ser un factor positivo.
Si el viaje requiere vuelo en avión, los horarios son importantes. Se debe acudir al aeropuerto con dos horas de antelación a la de salida del vuelo.
El equipaje debe estar completo y ser acorde a la estancia. Es útil establecer una lista más o menos concreta sobre los artículos necesarios, para que nada quede olvidado. Hay que tener en cuenta que las compañías aéreas establecen un peso máximo que suele rondar los 25 ó 30 kilogramos por persona, por lo que una gran maleta puede causarnos problemas. No hay que olvidar que a la vuelta siempre se incluyen objetos de regalo o de recuerdo que suman peso. Lo más común es que se permitan dos bolsas de mano, pero la incomodidad de cargar con muchos bultos también puede conseguir que el día de viaje sea una pesadilla.
Estos factores son importantes para conseguir disfrutar al máximo de un viaje. No olvidéis la documentación ¡ni vuestro lugar de destino!